El primer secuestro de un avión de Mexicana de Aviación

Durante la década de los años sesenta, se dio una oleada de actos de interferencia ilícita en contra de la aviación comercial a nivel mundial. Diversas aeronaves con pasajeros a bordo, fueron desviadas de sus rutas originales, en pleno vuelo o tomadas en tierra, para la obtención de objetivos de tipo político y social; promovidos por grupos de activistas de diversas corrientes ideológicas, pero principalmente pertenecientes a grupos revolucionarios y guerrilleros, de filiación socialista y comunista, pero también hubo fanáticos religiosos y simples y vulgares ladrones.

Estos actos de interferencia ilícita, mejor conocidos como aero secuestros, se presentaron por todo el orbe, pero fue principalmente en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica, donde más casos se presentaron, incrementándose notablemente durante la segunda mitad de la década de los sesenta y Cuba fue el destino preferido por los piratas del aire, como se les llegó a conocer.

Nuestro país no fue la excepción, se registraron una decena de secuestros a aeronaves con bandera mexicana, desde el primero registrado en octubre de 1968, fue precisamente durante los meses de octubre y noviembre, cuando se registraron tres de estos actos contra empresas mexicanas: Aero Maya, SAESA y Mexicana de Aviación, fue esta última, la aerolínea más afectada por las interferencias ilícitas que hubo en México.

El lunes 18 de noviembre de 1968, se llevó a cabo el primer secuestro aéreo de un total de cinco que sufrió la Compañía Mexicana de Aviación. Ese día por la mañana el vuelo MX620 operado con un Douglas DC6, con matrícula XA-MON y que cubriría la ruta Mérida – Villahermosa – Minatitlán – Veracruz – Ciudad de México; partió del Aeropuerto Internacional “Manuel Crescencio Rejón” de la ciudad de Mérida, en punto de las 08:40 a.m.

En el avión viajaban 18 pasajeros de paga y cinco miembros de tripulación, conformada por el comandante, P.A. René Hernández Ruiz; los primeros oficiales, P.A. Jaime Rico Cerda y P.A. Carlos Rojo Valle y los sobrecargos, Ana Marina Gallegos y Víctor Daniel Gaytán.

A los diez minutos de vuelo, un pasajero sentado en la sección delantera, entrego a la Srita. Gallegos, una nota donde indicaba que tenía en su poder cartuchos de dinamita y un arma, solicitaba que el avión fuera desviado a La Habana, Cuba, mientras que le mostraba una bolsa negra donde supuestamente contenía los cartuchos explosivos.

La sobrecargo se dirigió a la cabina de pilotos y tras informar al comandante Hernández Ruiz la situación, quien tomó la decisión de enviar al primer oficial Jaime Rico Cerda a verificar la situación y entablar contacto con el presunto secuestrador. Rico Cerda recibió la nota del pasajero, quién se identificó como Hugo Torres, de nacionalidad cubana, y quien exigió pasar a la cabina para hablar con el comándate del vuelo.

Tras ingresar a la cabina de mando, el Sr. Torres mostrando en su mano derecha lo que parecía un detonador y en la cintura, de su lado izquierdo, se asomaba una pistola, que nunca desfundo afortunadamente. Sumamente nervioso y hablando poco, pidió aterrizar en La Habana; tras evaluar la situación, el comándate decidió cambiar el rumbo para salvaguardar la seguridad los pasajeros, en ese lapso logró comunicarse a Centro Mérida indicando “Nos dirigimos a Cuba, no puedo decir más, estamos amenazados”.

Después de varios minutos, el nerviosismo comenzó a presentarse entre los pasajeros, quienes no se explicaban porque el avión no aterrizaba en su destino tras una hora de vuelo, otros más perspicaces, notaron el cambio del sol, que entraba por el otro lado en las ventanillas y entendieron que el avión estaba volando en dirección contraria a Villahermosa. 

Dos pasajeros identificados como el agente de ventas Luis Carral Irabien y el arquitecto José Onot Díaz, al percatase de lo ocurrido, intentaron ingresar a la cabina de mando para desarmar a Hugo Torres, acción por demás imprudente y peligrosa, fue evitada por el primer oficial Rico Cerda y los dos sobrecargos; el capitán Hernández Ruiz pidió calma y les indico que regresaran a sus asientos. Tras regresar a México, un pasajero de nombre Héctor Valdés, comentó para un periódico nacional que había visualizó por la ventana dos aviones caza cubanos, al parecer Migs, que escoltaban al avión de Mexicana, cuando inició el descenso a La Habana.

El DC6 de Mexicana aterrizó en el Aeropuerto Internacional “José Martí” de La Habana, en punto de las 10:51 a.m., se detuvo a un costado de la plataforma principal e inmediatamente, un grupo de oficiales de la Guardia Militar abordaron la aeronave y con impresiónate agilidad, pusieron en custodia al secuestrador Hugo Torres, quién al descender custodiado por los agentes, hizo una señal de victoria y se despidió diciendo “Bienvenidos a Cuba”.

Los pasajeros y tripulantes descendieron del avión, permanecieron en un ala de la terminal principal del aeropuerto, por espacio de cinco horas, donde fueron siempre atendidos de manera muy atenta por personal de aeropuerto y por supuesto, como ocurre en estos casos, tuvieron acceso libre a las tiendas del aeropuerto donde compraron artesanías, botellas de ron cubano y cajas de puros. El Cónsul de México en Cuba, estuvo presente atendiendo a los pasajeros.  

Finalmente y después realizar todos los tramites requeridos, el avión fue liberado e inició el vuelo de regreso sin escalas a la Ciudad de México, donde aterrizó a las 19:45 horas., los 17 pasajeros y cinco tripulantes fueron recibidos por familiares y amigos, así como funcionaros del gobierno y de la policía. Entre los pasajeros había dos ciudadanos estadounidenses y dos italianas; todos a salvo, varios con los nervios a flor de piel aún, pero todos comentaban el suceso con buen humor, mientras declaraban ante las autoridades mexicanas.

El Gobierno de México levantó una queja formal ante el Gobierno de Cuba, solicitando la extradición del secuestrador Torres, pero como en todos los casos, el Gobierno cubano simplemente no hizo caso a los reclamos y nunca se obtuvo respuesta, con este y con el resto de los casos de aeronaves mexicanas que fueron desviadas en esos años a la isla caribeña. Algo que muchos criticaron ante el hecho, es que en esos años, México era el único país de Latinoamérica que mantenía relaciones diplomáticas con Cuba.

Este suceso fue el primer caso de interferencia ilícita que sufriría Mexicana de Aviación, ocurrido hace 55 años exactamente, y que tras los daños económicos sufridos por la empresa, es muy importante y meritorio, el mencionar el trabajo profesional en todo momento de la tripulación.