Un rescate de altura

Un rescate de altura

Han pasado más de 50 años, de aquel acontecimiento que cimbró a todo el continente americano, la mañana del 11 de Septiembre de 1973, América Latina se despertaba con una noticia estremecedora, el General Augusto Pinochet se levantaba contra el gobierno socialista de Salvador Allende, perpetrando un ataque contra el Palacio de la Moneda, sede del gobierno chileno, con aeronaves Hawker Hunter de la Fuerza Aérea Chilena, así como con tanques del ejército.

El gobierno mexicano recibía la noticia a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores y en uno de los comunicados, se informaba que la embajada mexicana era sitiada por el ejército golpista, pues en su interior se encontraban, aparte de los connacionales que radicaban en aquel país sudamericano, un grupo de disidentes chilenos, así como a la Sra. Hortensia Bussi de Allende y su hija, quienes solicitaban asilo político en México.

Aeroméxico presente

El gobierno mexicano decidió enviar una aeronave para realizar un rescate diplomático y sacar de Chile a las personas que estaban ocupando su embajada. Pero no se enviaría una aeronave militar para tal efecto, se decidió que fuera una aeronave civil.

La responsabilidad de realizar ese vuelo recayó en Aeroméxico, el Estado Mayor Presidencial instruyó al lng. Raymundo Cano Pereira, Director General de Aeroméxico sobre las características de vuelo y de inmediato, con la asistencia de todas las direcciones de la empresa, se preparó dicho vuelo.

Por lo apremiante del caso, en un par de horas quedó lista la operación. La aeronave designada fue el DC-9 serie 15 XA-SOA “Baja California” de 85 plazas.

La tripulación de pilotos estuvo integrada por el Cap. Alejandro Luna Sotura, jefe de Equipo en ese tiempo y responsable del vuelo y el Cap. Crescenciano Medrano, como comandantes; el Cap. Jorge Garagarza y el Cap. Leopoldo Olaíz, fueron los Primeros Oficiales, además de cuatro sobrecargos; también viajaban el Sr. Orosco Morosini, jefe de Control Operacional; el Sr. Raúl Cifuentes, mecánico en Jefe; el Sr. Jacobo Yáñez de Operaciones Rampa y otras tres personas de operaciones como apoyo.

Se inicia la aventura

Pasada la medianoche, en las primeras horas del 12 de septiembre, el XA-SOA despegó del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México para dirigirse a su primera escala, la ciudad de Panamá.

A primeras horas de la mañana, se arribó al Aeropuerto Internacional de Tocumen en Panamá y, después de una breve escala por recarga de combustible y comisariato, se continuó a Lima, Perú, y a San Salvador de Jujuy, una pequeña ciudad en la provincia norte de Argentina, para finalmente continuar a la ciudad de Mendoza, Argentina, donde se esperaría la autorización por parte del gobierno chileno para entrar a su territorio. A la ciudad de Mendoza se tenía estimado arribar cerca de las 20:00 hrs. locales del 12 de septiembre.

Estando en el aeropuerto de San Salvador de Jujuy, poco después de las 17:00 hrs. locales y tras realizar la carga de combustible y llenar el plan de vuelo más escasos treinta minutos de plataforma, despegaron, sin embargo, a los pocos minutos de iniciado el vuelo, el motor número 2 presentó problemas por fuga de aceite, regresando al aeropuerto. Se constató que el daño al motor dos era severo, lo que impedía que el Baja California continuara el viaje.

Se envió un segundo DC9, el XA-SOY “Sinaloa”, con un equipo de técnicos para reparar el motor del XA-SOA, con la tripulación original, ahora el XA-SOY continuaría con el viaje. El avión de reemplazo llego a Jujuy en la tarde del 13 de Septiembre a Jujuy, Argentina.

Pero es hasta la madrugada del 14 de septiembre, cuando la Secretaria de Relaciones Exteriores, recibe la autorización de la cancillería chilena, para que el avión ingrese a espacio aéreo chileno. La Fuerza Aérea Chilena dio indicaciones de que la operación se realizaría con luz de día.

Primeros en aterrizar en Pudahuel

Es a las 07:00 a.m., cuando el vuelo de rescate mexicano retoma vuelo con rumbo a Chile, el XA-SOY vuela 700 kilómetros hacia el sur, de San Salvador Jujuy a la ciudad de Mendoza, Argentina, y de ahí vuela al suroeste para ingresar a espacio aéreo chileno y enfilar a Santiago de Chile.

Durante el descenso al Aeropuerto Pudahuel de la capital chilena, el DC-9 fue rebasado en vuelo por dos aeronaves de la Fuerza Aérea Chilena. A esto cuentan, tanto el Cap. Luna como el cap. Medrano, que desconocen si fueron escoltados por dichos aviones al entrar al espacio aéreo chileno o solo fue coincidencia.

El Sinaloa aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Pudahuel en Santiago de Chile poco antes de las 08.00 a.m. tiempo local. El aeropuerto se había mantenido cerrado a todo tipo de tráfico comercial desde el día 11, cuando se llevó a cabo el golpe de Estado y solo se realizaban operaciones militares. Al obtener el gobierno mexicano las autorizaciones respectivas, el DC-9 de Aeroméxico se convertía en la primera aeronave civil en aterrizar en dicho aeropuerto ese 14 de septiembre.

El aeropuerto tenía un aspecto triste, mejor dicho lúgubre, cuando el XA-SOY se estacionó en la plataforma principal, al costado de un Boeing 707 de Lufthansa, que permanecía retenido en Santiago desde el día del golpe. Fue inmediatamente rodeada por soldados y abordado por personal de alto rango del Ejército chileno y Fuerza Aérea. La tripulación y pasajeros fueron notificados que no podían desembarcar. Deberían permanecer todo el tiempo a bordo del avión hasta que los trámites para traer a los pasajeros desde la embajada de México al aeropuerto fueran resueltos.

La espera se prolongó más de lo imaginado, pues incluso la noche del 14, la pasaron dentro del avión, para poder ir al baño se les permitió hacerlo solo en parejas y siempre custodiados por soldados. Lo mismo sucedía cuando los pilotos se dirigían a la terminal del aeropuerto a llamar a la embajada o preparar el papeleo correspondiente para salir, que era algo que deseaban hacer lo antes posible. Un detalle que llamó la atención de los pilotos mexicanos fue el hecho de que los soldados que los custodiaban eran, por lo general, “chamacos” de entre 15 y 17 años y estos se veían sumamente nerviosos y con armas en las manos, una situación muy estresante.


A los pilotos cuando los trasladaron al edificio terminal, para hacer la papelería de despacho, en vehículos militares, se les indicó que no usaran sus gorras ni sacos, pues comentaron que el aeropuerto estaba rodeado por francotiradores.

La larga espera iniciada desde la mañana del día anterior terminó por la tarde del 15 de Septiembre. Finalmente las negociaciones diplomáticas dieron fruto, la noche comenzó a caer cuando los pasajeros con salvoconductos llegaron al aeropuerto, en ese momento se presentó un problema no previsto, ya que el DC-9 serie 15 tiene solo 85 plazas y eran poco más de 100 pasajeros los que arribaron, entre ellos, una mujer que había dado a luz dos días antes dentro de la embajada.

Los capitanes tomaron la decisión de que todos abordaran, se les sentó como pudo, incluso en los asientos de la tripulación de sobrecargos. Esto se manejó como una situación excepcional y de emergencia provocando que la operación se manejara fuera de gráficas.

¡Viva México!

El 15 de Septiembre de 1973, poco después de las 23:00 hrs., el XA-SOY “Sinaloa”, al mando del Cap. Alejandro Luna Sotura, despegó del Aeropuerto Internacional de Pudahuel en Santiago de Chile, emprendiendo su vuelo de regreso a la Ciudad de México, el regreso a casa. Sin embargo aún no se podía decir que todo había terminado, pues por el peso del avión y la situación geográfica del aeropuerto, situado a solo 474 m sobre el nivel del mar, pero rodeado por la cordillera de Los Andes, el Sinaloa tendría que hacer una escala intermedia entre Santiago de Chile y Lima, Perú.

Dicha escala fue en el Aeropuerto Nacional Andrés Sabella Gálvez de Antofagasta. Dicho aeropuerto se encuentra en la costa norte del país, a 1,087 km. de la capital y, aunque tiene una elevación del 140 msn, su complicada orografía y pista corta con una pendiente bastante pronunciada eran un desafío.

El vuelo entre ambas ciudades chilenas sería aproximadamente de dos horas y el ambiente a bordo del avión era muy tenso, pero un detalle que rompió parte de esa tensión y permitió a la gente desahogarse un poco fue el momento protagonizado por el entonces embajador de México en Chile, el Sr. Gonzalo Martínez Corbalá, quien a 30 pies de altura y en nombre del presidente de los Estados Unidos Mexicanos, dio el grito de independencia: ¡Viva México!

Tras los escasos pero no menos tensos 30 minutos que duró la escala en Antofagasta para la recarga de combustible, el DC-9 despegó con destino a la ciudad de Lima. Era ya el 16 de Septiembre y la 01:48 a.m., tiempo local, cuando se cruzó la frontera y la aeronave se encontraba ya en espacio aéreo peruano. La escala en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez de Lima se realizó en poco más de treinta minutos, aunque fueron los minutos muy tensos, pues el gobierno peruano no autorizó el descenso de pasajeros y tripulantes del avión y un grupo de periodistas de diversos medios intentaron ingresar al DC-9, pero fueron retenidos por la policía militar peruana. Del Jorge Chávez se prosiguió al Aeropuerto Internacional de Tocumen en Panamá, donde se arribó cerca de las 8:00 a.m.

El arribo a casa

Panamá, la última escala, la incomodidad del exceso de pasaje, la angustia y nervios, el cansancio, todo parecía pasar inadvertido para los tripulantes y pasajeros del DC-9 Sinaloa pues ya estaba todo listo para iniciar la última etapa, pero una demora de último momento surgió y provenía de México. El Estado Mayor Presidencial solicitaba el despegue del vuelo debería de atrasarse casi cuatro horas. El motivo, dar el tiempo suficiente para que terminara el desfile militar y dar tiempo para el Lic. Luis Echeverría Álvarez, entonces presidente de la república, llegará al aeropuerto, junto con su comitiva y dar la recepción a la Sra. Hortensia Vda. de Allende e hija.

Las 1,494 millas entre Panamá y la Ciudad de México requerirían de un cuidado especial sobre todo en el consumo de combustible y el exceso de pasaje. En cuanto todo estuvo listo y el cálculo de tiempo de vuelo y combustible fue verificado varias veces, el “Sinaloa” emprendió la última etapa de su viaje por Sudamérica poco después del mediodía. 

Con el apoyo incondicional de los controladores de Radio Aeronáutica de México, S.A. (RAMSA), fue indispensable para llegar con bien al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, pues dieron la ruta más directa al DC-9 para llegar a México.

Eran las 16:45 hrs., cuando el DC9-15 XA-SOY “Sinaloa”, se detenía en la plataforma principal del AICM y era extendida una enorme alfombra roja. Las primeras en descender fueron la Sra. Hortensia Bussi Vda. de Allende y su hija, quienes fueron recibidas por el presidente Luis Echeverría y su esposa, la Sra. Esther Zuno; posteriormente descendió el Sr. embajador Martínez Corbalá y el resto de los pasajeros, quienes fueron recibidos por reporteros, militares y personal de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

Mientras esto ocurría, los integrantes de la tripulación (pilotos, sobrecargos y personal técnico) se quedaban a bordo del DC-9, con un gran cansancio, pasaban a segundo término, pero eso sí con la satisfacción por el deber cumplido, y una gran historia que contar.